Oloroso con matrícula VORS y en formato dulce. Tres partes de Palomino por una de Pedro Ximénez asoleado que concentra en mayor medida los azúcares. Los vinos entran por separado en la solera, pero después de un año se ensamblan para estar juntitos los dos, durante casi treinta años. Hay felices matrimonios que no lo consiguen. Si quieren saber cómo es un color caoba, abran una botella de este viejo oloroso y despejarán las dudas; pero lo mejor de todo es olerlo y por supuesto beberlo. Matices de morería, a dátiles, a pasas y a frutos secos son los que abren paso a un paladar profundamente aterciopelado. Cuando nadie me ve, suelo mojar un bizcocho de soletilla en la copa.