Berberecho de Noia, muy controlado y con papeles, pues tiene denominación controlada. En talla L la lata de 70 gramos tiene entre 40 y 50 piezas, partiendo de un peso inicial de un poco menos de un kilo. Ahí es nada.
Se brasea con una mezcla de maderas de abedul, haya y roble y se usa un aceite de oliva virgen extra Arbequina de Castillo de Canena con un toque de chile habanero del Centro de Orione, el centro de educación especial de Posada de Llanes para los que valoren la responsabilidad social corporativa.
La reputación de Güeyu Mar está fuera de toda duda a estas alturas y el restaurante se ha convertido en destino de peregrinación de todos los aficionados al gran pescado y de la cocina a la brasa. Y, lo mejor de todo, es que con las Conservas Güeyu Mar es posible disfrutar de las brasas de la Playa de Vega con solo abrir una de las latas.
El origen del proyecto conservero es muy interesante. Por un lado, Abel de Güeyu Mar ha sido un consumidor ávido de latería de calidad y, por otro, era consciente de que había meses tranquilos en el restaurante que se prestaban a las pruebas y a dedicarse a preparar una conserva de la más alta calidad que pudiera ser parte del menú en los momentos álgidos del verano, simplificando así la tarea sin perder un ápice de calidad y pertinencia a la filosofía del restaurante.
Es así como, tras un año de pruebas en un centro tecnológico local, seguido de un año de consultoría en una firma conservera local, se da el paso adelante y se presenta en 2016 la primera lata de sardinas en aceite. Desde entonces ha llovido y la inquietud ha ido dando paso a conservas en las que a cada protagonista se le afinan las maderas, los aceites o los escabeches. Un mundo apasionante en el que ya hemos recorrido un cierto camino pero en el que aún queda mucho camino por recorrer.